Aquí os pego los dos textos que vamos a comenzar a trabajar en clase. Estos los comentaremos entre todos, más adelante os colgaré los que tendréis que atacar por vuestra cuenta. Son los mismos que os entregué en papel, pero me temo que a alguno las vacaciones le habrán borrado de la memoria todo lo sucedido antes del Viernes de Dolores...
Textos argumentativos: el artículo de opinión
7000
Que me los
presenten. Que me presenten a esos 7.000 madrileños que abandonaron a sus
perros el verano pasado para irse con toda tranquilidad de vacaciones. Que me
presenten a esos 7.000 energúmenos capaces de dejar atrás, con impavidez
espeluznante y una pachorra inmensa, los hocicos temblorosos y las miradas
dolientes de sus animales.¿Cómo lo harán? ¿Apearán al perro en mitad de un
campo solitario y huirán después a todo rugir de coche, con el pobre bicho
galopando espantado detrás del guardabarros hasta que su aliento ya no dé para
más? ¿O quizá lo llevarán a algún barrio lejano y escaparán aprovechando algún
descuido, un amistoso encuentro con otros perros o un goloso olfatear de algún
alcorque? No les importa que luego el animal, al descubrirse solo, repase una
vez y otra, con zozobra creciente y morro en tierra, la borrosa huella de sus
dueños, intentando encontrar inútilmente el rastro hacia el único mundo que
conoce. Son 7.000 sólo en Madrid: el censo estatal de malas bestias puede
aumentar bastante.
Que me
presenten a esos tipos que tuvieron el cuajo de tumbarse con la barriga al sol
en una playa, plácidos y satisfechos tras haber condenado a sus perros, en el
mejor de los casos, al exterminio en la. perrera, y, más probablemente, a una
atroz y lenta agonía en cualquier cuneta, con el cuerpo roto tras. un
atropello. O a servir de cobaya en un laboratorio, o a morir en las peleas de
perros, espeluznantes carnicerías que, aunque ilegales, parecen estar en pleno
auge como juegos de apuestas. Que me presenten a esos seres de conciencia de
piedra. Quiero saber quiénes son, porque me asustan: si han cometido un acto
tan miserable e inhumano, ¿cómo no esperar de ellos todo tipo de traiciones y
barbaries? Probablemente pululan por la vida disfrazados de gente corriente: es
una pena que las canalladas no dejen impresa una marca indeleble.
Rosa Montero, El País,
16/7/1990
Textos argumentativos: el editorial
Acabar con la confusión
La
exigencia de mayor control sobre la clase política y que se acabe con el puerto
de Arrebatacapas de la corrupción ha llevado a acentuar el derecho a la
transparencia y la limpieza en el uso de fondos públicos. En fase electoral
toca a los partidos buscar cómo articular esa exigencia con la posibilidad de
tener en las listas electorales a personas sometidas a una investigación
judicial.
Estamos
ante una colisión de derechos, porque la presunción constitucional de inocencia
—mientras no haya sentencia condenatoria— resulta incompatible con la exclusión
de personas de la vida pública por simples sospechas. Sobre todo cuando la
figura jurídica de la imputación es muy confusa. Legalmente se aplica tanto a
la formalización de hechos punibles como a la convocatoria a declarar ante un
juez asistido de abogado. En ese estadio no suele existir aún acusación alguna;
por lo tanto, atribuirle la condición de preculpable puede considerarse un
abuso en toda regla.
El
expresidente Felipe González ha abierto oportunamente ese debate. En su
entrevista de este domingo en EL PAÍS sostuvo que echar a todos los imputados
de las listas electorales es un error. En la vida pública se ha introducido la
idea de una responsabilidad que alcanza al político desde los primeros indicios
de conducta irregular o punible. Cada partido administrará eso como quiera,
pero resulta muy discutible que la decisión de un juez instructor sobre la
imputación de alguien baste para llevar a la muerte civil al afectado. Se
pueden cometer muchas injusticias anticipando la condena de personas a las que
nadie reparará el honor perdido si resultaran absueltas.
A este
respecto, es positivo que el Gobierno modifique la Ley de Enjuiciamiento
Criminal para que el imputado sea un investigado en las primeras fases de la
causa, y que pase a encausado solo cuando se hayan concretado hechos punibles
contra él que merezcan juicio. La reforma ayudará a matizar entre situaciones
muy diferentes.
Decidir
quién puede ser elegido da mucho poder a las direcciones de los partidos, dada
la estructura de candidaturas cerradas y bloqueadas. Con frecuencia se usa ese
poder para excluir al disidente y premiar al fiel. Eso representa en sí mismo
un abuso, pero también lo es emplear confusas imputaciones judiciales como otra
forma de excluir. Hay que romper esa ley de hierro y avanzar hacia un sistema
de listas abiertas —como ha propuesto el secretario general del PSOE— que den
más capacidad a los electores para decidir por sí mismos.
La inquietud por la corrupción se ha
incrustado de tal modo en el día a día que los partidos no saben cómo responder
a sus consecuencias. Pero deben tener claro que las prácticas deshonestas en
que han incurrido algunos no se lavan con sobreactuaciones de cara a la
galería. Tampoco es admisible que sean los jueces quienes acaben decidiendo la
composición de las listas electorales. Lo que hay que hacer es trabajar en
serio para yugular los mecanismos de la corrupción, como esperan los ciudadanos
que se haga tras los reiterados abusos cometidos en el pasado.
El País, 16 marzo 2015
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